lunes, 18 de mayo de 2009

Bajo el embrujo de la muerte

Tras un largo ayuno cinematográfico debido a esta rara Influenza, por fin los cines abrieron sus puertas y este blog vuelve a la vida.
En Brujas (In Bruges), largometraje debut del inglés Martin McDonagh, resultó ser un filme soprendente, cautivador, conmovedor y que llena de golpe todas las ansias de sentarse frente a la pantalla grande que había en nuestra ciudad.
El filme acompaña a Ray y a Ken, dos mafiosos británicos que son mandados por su jefe a Brujas para desaparecer por un tiempo, debido a que cometieron un error muy grave en un último trabajo, de ahí en adelante, la trama se vuelve una bola de nieve que poco a poco, sin vertigos exagerados, va creciendo de tamaño.
Uno de los principales aciertos de la cinta son los diálogos y la relación que se establece entre los personajes de Ray y Ken, el primero es el novato atormentado por su error y que encuentra en Brujas no un paraíso o cuento de hadas como la mayoría de los turistas, para él, esta ciudad llena de misterios, pasados, museos y alma medieval no representa nada más que estar atrapado en un infierno del cual quiere escapar, un sitio que sólo logra deprimirlo y le impide escapar de los demonios que guarda adentro de él.
Por el contrario, Ken, de mayor edad y experiencia asesinando personas, muestra en Brujas su lado cultural, disfruta cada centímetro de la ciudad, aprovecha el sitio para relajarse, llevarse las cosas con calma, conocer a Ray.
El filme acierta al mezclar humor negro, drama, comedia y diálogos que pasan de lo superficial a indagar en cuestiones más profundas como el destino, la crítica a la religión, la constante preocupación por redimirse, por afrontar el castigo que la culpa desea. En Brujas logra hacer reír al espectador, sin embargo esta ciudad, en todo momento, así como la cinta, lleva escondida en su en su bruma de fantasía, un olor a tragedia que se impregna en la piel de los personajes, no hay momento de paz que no esté matizado de una porción de pesadumbre, de nostalgia por lo que no se fue, de querer apretar un gatillo para explotar el propio cerebro.
El filme también aborda varios temas políticos, se atreve a hablar de forma absurda y al mismo tiempo comprometida sobre el rascimo y como buena cinta británica muestra un refrescante desprecio hacia la cultura de los Estados Unidos.
Los diálogos excelentemente construidos acuden en varias ocasiones a hablar del Infierno, Purgatorio y Cielo, lugares más allá de la muerte pero destinados para ejecutar ese castigo que estos criminales deben recibir. El destino de la muerte los persigue, los vigila de cerca a pesar de estar rodeados de una ciudad sacada de un sueño antiguo.
En cuanto a la parte actoral, Colin Farrell como Ray logra mostrarnos a un asesino a sueldo con varios matices, atormentado por sus errores, entregado a los vicios para olvidar sus penas, deseoso de escapar de un lugar que le resulta un encierro para su necesidad de no pensar, de aislarse de él mismo, un lugar tan tranquilo lo obliga a enfrentarse a él. Por otra parte, el experimentado Brendan Gleeson nos muestra un asesino capaz de alcanzar altos grados de sensibilidad artística y espiritual, es todo lo opuesto a lo que esperaríamos de alguien que ha dedicado toda su vida a matar, sin embargo descubrimos en él a un ser entrañable, capaz de entender la belleza y la amistad, quiere entregarle a Ray la oportunidad que quizás él no tuvo. Ralph Fiennes se agrega en la parte final de la cinta interpretando a Harry, jefe de los anteriores, un hombre rudo, sin piedad, dispuesto a que sus códigos sean cumplidos. Los tres logran llevar a buen puerto a sus personajes, destaca Farrell, quien carga el peso de la cinta y ha demostrado que cuando tiene un buen director tras de sí logra grandes interpretaciones. Ray de En Brujas nos recuerda por momentos a Terry de Los Inquebrantables, película dirigida por Woody Allen, en donde también su personaje se ensucia las manos y la culpa llega.
En el aspecto visual, la cinta no tiene fallas, de hecho es perfecta. La cámara logra pasearnos con suavidad por cada aspecto, cada construcción de Brujas, descubrimos su arquitectura, sus canales, el arte, esos callejones en donde es fácil matar a alguien. Se nota que McDonagh tiene experiencia teatral, ya que sabe explotar el dramatismo de cada escena con secuencias largas, no basa el resultado en una edición vertiginosa, desde la cámara testigo ya obtiene lo que busca, captar la tragedia, atrapar el destino con la lente.
Así, En Brujas es la huella de un camino que apenas comienza para McDonagh, que de seguir por este sendero logrará grandes obras maestras, por lo pronto su ópera prima es un filme excelente, que transporta al espectador por todas las emociones, lo divierte y conmueve, lo lleva a mundos mágicos y poéticos, pero sobre todo, le demuestra que el Infierno está en la Tierra, aunque Brujas se cubra con la máscara de Paraíso.
CALIFICACIÓN: EXCELENTE.

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