lunes, 10 de agosto de 2009

Esa visión tan dulce

El británico Mike Leigh (director de películas como Vera Drake y Secretos y Mentiras) llega a nuesro país este año con una cinta que estuvo nominada a mejor guión en la más reciente entrega de los Óscares: La Dulce Vida (Happy-Go-Lucky), la cual desarrolla a un personaje maravilloso e inolvidable, generando así una comedia de alto grado de inteligencia.
La trama es simple, se centra en la vida de Poppy, una maestra de primaria cuya característica principal es ver la vida sin preocupaciones, relajada, siendo amable con los demás, sonriente todo el tiempo, despreocupada por las relaciones personales con el sexo opuesto y siempre dispuesta a ayudar a los demás y a creer que hay una oportunidad para todos. En medio de conocer su peregrinar cotidiano, su trabajo, la relación con su familia, con sus alumnos Poppy se embarca a la tarea de aprender a manejar, sin embargo se encontrará con Scott, su maestro de manejo, un tipo maniatico, con una visión de la vida totalmente opuesta a la suya, un poco machista, racista y que no tuvo una infancia feliz, lo que lo lleva estar totalmente desencatado de nuestros tiempos, en este choque la cinta establece su potencial y nos plantea dos maneras de ver el mundo.
Los aciertos de La Dulce... son varios, ya que más allá de ser una comedia en donde vemos a Poppy en miles de ocurrencias y bromas que a muchos llevan a las carcajads, el lado más fuerte de la cinta es cuando se vuelve inteligente y crítica, deja de ser entonces una simple comedia de las aventuras de una mujer divertida para convertirse en todo en un ensayo sobre la felicidad y el cristal con el que escogemos mirar nuestra realidad. La cinta tampoco propone en Poppy a alguien evasivo, sino más bien a un ser consciente de que la amargura no la lleva a nada y que para la acción sólo le sirve la sonrisa que es parte de ella, su esencia, una felicidad real, conforme con lo que es, más allá de ser una mujer ya en los treinta, no casada, sin hijos y alejada de los estándares de la felicidad que se establece para las mujeres (entiéndase el matrimonio, la casa perfecta y el marido soñado), ella es única y en su autenticidad reside gran parte de su capacidad para poder ser alegre y natural.
También el guión aprovecha para hacer una crítica al sistema educativo y cómo sólo se desarrolla un lado del cerebro, se educa nada más para memorizar datos quizás irrelevantes y se bloquea a ese individuo con capacidades críticas. Sin forzarse, y como parte natural, la trama también llega a tratar temas como el reciente racismo nacido en las sociedades europeas debido al gran número de migrantes y cómo esto es visto por muchos como un símbolo de decadencia. En Poppy la mujer se reivindica, porque es una chica feliz sin ser tonta, una belleza natural, no se la encasilla, además de transmitir una gran frescura y naturalidad, es la mujer moderna, libre, capaz de ser ella sin necesidad de estar rodeada de alguien para sentirse bien o de poseer las comodidades del siglo XXI.
Si la película tiene debilidades deben centrarse quizás en la trama, no tanto porque la misma contenga huecos o fallas en la coherencia, más bien porque es simple y aunque va de acuerdo al tono del guión, hace que la cinta luzca un poco débil en cuanto a una historia a seguir y sólo seamos testigos de las aventuras de Poppy que nos permiten adentrarnos a la visión de su vida, más que una película que nos narre algo, La Dulce es un filme de personaje y no de trama, hubiera sido más redonda e impactante si esta cinta hubiera enfocado esas mismas características de su personaje en un trama un poco más compleja, de ahí en más no hay nada criticable.
Leigh realiza una estupenda dirección con un presupuesto limitado, su cámara permite conocer a fondo los personajes, se mete a la intimidad de ellos y hace incluso de cada sonrisa de Poppy un mensaje, logra llevar a Sally Hawkins (en su primer protagónico de relevancia en cine) a una actuación memorable, la actriz londinense con experiencia en televisión y quien ya había trabajado para Woody Allen en Los Inquebrantables, da vida a uno de los personajes que serán más recordados este año, ya que lo más brillante de su trabajo es la naturalidad con la que expresa la felicidad de Poppy, lo hace fresco, vivo, un personaje casi de carne y hueso. Además en los momentos en que debe contenerse e incluso llorar, la actriz logra conmover al mostrarnos la transformación que es capaz de hacer. Todo el peso de la cinta está en sus hombros y logra que no se caiga, el personaje tan bien construido le ayuda, y más allá de que el guión tenga sus momentos exagerados en un par de escenas, Hawkins las logra desarrollar con la maestria de una experta.
Visualmente la cinta concuerda con la visión alegre de Poppy, el Londres que se nos enseña es colorido y alejado de su aspecto sombrío, el vestuario extravagante de la protagonista y el mundo infantil que la rodea son otra sonrisa sin necesidad de palabras.
La Dulce Vida es una lluvia de sonrisas para estos tiempos de sequía de felicidad, un filme que no propone evadirse ni cerrar los ojos ante la dura realidad, ya que el sufrimiento les llega a todos y hay quienes no tienen la posibilidad de evitar una vida sin dolor, sin embargo nos muestra que así como hay personas que facilmente caen en la depresión, hay quienes tienen el privilegio de tener esa visión dulce y pasar por esta vida con una sonrisa en los labios, ya que el buen humor, como dicen, es un deber hacia el prójimo. Poppy nos recuerda que sonreir puede ser nuestra última arma para luchar contra lo evidente.
CALIFICACIÓN: MUY BUENA.

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