viernes, 18 de diciembre de 2009

El viaje de Sam Mendes

El quinto filme del director británico Sam Mendes es personal, simple y busca en los detalles conmover al espectador. El Mejor Lugar del Mundo (Away We Go), tal vez no sea el trabajo más logrado del realizador de joyas como Belleza Americana, Camino a la Perdición o la desgarradora Sólo Un Sueño, sin embargo tiene su punto más fuerte en ser sencilla y que alcanza la belleza al no pretender mucho.
La trama narra la vida de Burt (John Krasinski) y Verona (Maya Rudolph), una pareja de treinteañeros que están a punto de tener su primer hijo. Él se dedica a vender seguros vía teléfonica y ella es una dibujante, pasan por una etapa en la que se sienten perdidos en el camino, y se cuestionan el lugar dónde vivir y qué sitio es el adecuado para criar al nuevo ser.
Los aciertos de la dirección de Mendes radican en centrar su cinta en un viaje alrededor de lugares como Phoenix, Madison, Montreal y Miami, todos diferentes entre sí y en cada uno la pareja se encuentra con amigos y familiares los cuales les muestran su estilo de vida y la manera en la que ellos han educado a sus hijos. Burt y Verona confrontan sus propias creencias contra las de los demás y van dándose cuenta de los errores y aciertos de sus conocidos.
Los sentimientos están a flor de piel en El Mejor Lugar..., Burt y Verona van aprendiendo uno del otro a lo largo del viaje, y es una pareja memorable porque es un amor puro, simple, cotidiano pero a la vez entregado por completo. Sin necesidad del matrimonio, ambos tienen un lazo muy fuerte y nada los despedaza, más que ser una pareja perfecta, saben amarse y eso los hace sólidos. La química entre Krasinski y Rudolph aporta en gran medida a que la pareja en pantalla sea entrañable.
La dificultad de prepararse para la paternidad es abordada sin mayores dramas en la cinta, a pesar de que los personajes, sobre todo Verona, tienen un pasado trágico, el filme se pinta más de melancolía que de dolor, es una cinta ligera pero con escenas y momentos inolvidables que son capaces de conmover hasta las lágrimas, en principal al público femenino, ya que uno de los personajes principales es una mujer embarazada.
Mendes hace un paneo de las diferentes formas de educar a un hijo y el daño que se les puede hacer al intentar influir en sus creencias o lastimarlos con palabras ofensivas que pensamos no afectan. También aborda el tema del abandono de los padres y aprovecha para mostrar la capacidad de dar cariño de quienes deciden adoptar, aunque menciona que nunca será lo mismo un hijo propio por más que se pretenda otorgar el mismo afecto.
Mendes no ofrece soluciones y eso se agradece, no hay una moral escondida en su cinta. De hecho la única solución es prometerse un amor incondicional y tratar de que todo salga bien, el lugar ideal quizá sea lo de menos mientras exista el amor, la vida es un lugar complejo y Mendes lo sabe, es por eso que deja a sus personajes en un punto en el que de ahí en más todo dependerá de ellos.
La parte actoral es la más fuerte de la cinta, dos caras frescas en la pantalla grande se encargan de los personajes principales. John Krasinski, quien ya había trabajado con Mendes en Soldado Anonimo (2005), se apodera de Burt y logra una actuación muy natural, casi como si estuviéramos siguiendo a una pareja verdadera. Ese es uno de los valores de esta película, la pareja de Burt y Verona, luce tan común, despreocupada, simple, que en verdad creeemos que existen en algún lugar de los Estados Unidos y esto sólo es un documental de cómo una pareja decide el lugar para vivir. Por otro lado, Maya Rudolph, a quien hemos visto con regularidad en Saturday Night Live, logra una espléndida Verona al reflejar todos los problemas de las embarazadas, sus preocupaciones a futuro y en ella hay una mirada en la que su pasado está presente, una tristeza escondida que espera el momento justo para alforar, la escenas finales son de lo más logrado por Mendes. Mención aparte merece Maggie Gyllenhaal, quien más allá de verse muy bella, interpreta a LN, una excéntrica prima de Burt, quien tiene una forma muy particular de educar a sus hijos, al punto de no usar carriolas para transportarlos y no separarse de ellos en ningún instante para no perder el contacto físico, una de los momentos más entretenidos de la película.
La parte visual quizá sea lo menos afortunado de la cinta, ya que a pesar de ser un road movie, no se aprovecha en gran parte los paisajes, faltó un poco más de despliegue técnico o de presupuesto que permitiera a Mendes más tomas en exteriores y mostrar un poco más de cada ciudad que se visitaba. Al contrario, el viaje es acompañado por una excelente banda sonora llena de un folk exquisito en manos de Alexi Murdoch, sus melodías agregan la cuota perfecta para bañar de melancolía y un poco de lágrimas la pantalla.
Este viaje de Mendes resulta tierno, conmovedor y simple, bello en su sencillez y memorable por su frescura y naturalidad. No es su mejor cinta, pero quizá una de las más personales, se nota la necesidad de Mendes de expresar el viaje de ser padres que emprendió con Kate Winslet en el 2003. Quizá sea el filme con más luz en su trayectoria y que agrega un tono de esperanza, una oportunidad al amor, el viaje de Mendes sale bien librado porque nos hace libres, nos permite que hagamos promesas que estemos dispuestos a cumplir.


CALIFICACIÓN: BUENA.

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