miércoles, 14 de enero de 2009

La máscara del llanto

El dolor ajeno no siempre merecerá nuestra compasión, mucho menos cuando éste es falso y sirve para manipular a aquellos que nos rodean, en estos casos, la tragedia de los demás puede llegar incluso a ser repugnante. Esta es una de las ideas principales planteadas por El arte de llorar en coro (Kunsten at graede i kor), cinta danesa con la que debuta Peter Schonau Fog en la dirección.
El filme narra la vida de una familia encargada de atender una tienda de abarrotes en Jutlandia. La trama se centra en el personaje interpretado por Jesper Asholt, padre de tres hijos y casado con una mujer con la que se relaciona de manera fría y distante. El padre padece de continuas depresiones por esos golpes de realidad que da la vida y sólo se siente bien cuando hace llorar a los demás, sin embargo a pesar de que la historia del padre es la más fuerte y sobre la que giran las demás, es a través de la visión de Allan, el hijo más pequeño, que nos adentramos en esta familia que poco a poco nos va mostrando sus secretos.
Allan lo único que desea es ayudar a su padre y que éste abandone las depresiones, es capaz de hacer cualquier cosa por lograrlo, ya que para él sus acciones no tienen ninguna otra intención más que beneficiar a su papá, quien se aprovecha de su estado de ánimo para abusar sexualmente de sus hijos, quienes deben "consolarlo" para que éste deje de llorar.
El mayor acierto del filme, es tocar el tema del abuso sexual infantil y de mostrar a este padre represor bajo la mirada de la ingenuidad de Allan, de esta forma más que mostrarnos a un padre convertido en monstruo, nos presenta a una persona enferma, manipuladora y confundida, alguien que quizás pueda ganarse una pizca de compasión.
El humor negro manejado en el filme es delicioso, la película tiene escenas en donde el público ríe a pesar de estar viendo momentos tan solemnes como un funeral, la muerte no se nos presenta como algo trágico, al contrario, se nos muestra como algo capaz de dar alegría a aquellos que necesitan del dolor para estar vivos.
Las actuaciones son frescas y lucen naturales sin caer en los estereotipos, cada uno de los personajes convence y nos involucra en esta familia disfuncional y sometida por los caprichos de un ser enfermo.
El arte de llorar en coro es otra gran obra que nos llega de Dinamarca, si Thomas Vinterberg logró hacerse de un nombre por La Celebración (Festen) en 1998, (película que también abordaba el tema del abuso sexual por parte de los padres), Peter Schonau Fog da un primer paso muy sólido con su debut cinematográfico. Ambos filmes no se pueden comparar ya que el primero es más crudo y El arte... opta por los caminos de esa ingenuidad ciega que no ve a esos "monstruos" que se ocultan en los seres queridos.
Cuando observamos lágrimas en alguien, sin duda las nuestras tienden a salir inmediante, a solidarizarse con aquél que transforma su sufrimiento en líquido, sin embargo El arte nos enseña que en ocasiones es mejor dejar que algunas personas se hundan en su llanto falso, en esa debilidad ficticia que sólo sirve para lastimar a los demás, es mejor dejarlos abandonados tras sus máscaras que buscan dar lástima, este filme nos muestra con maestría que hay que saber guardar las lágrimas para esos momentos donde la vida realmente nos dé un golpe, no una suave cachetada. Llorar es un arte libre que nadie debe controlar.


CALIFICACIÓN: MUY BUENA




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