miércoles, 8 de julio de 2009

La búsqueda de un clásico

Michael Mann presenta en este 2009 Enemigos Públicos (Public Enemies), el director es conocido principalmente por trabajos como Fuego Contra Fuego, Ali, El Informante, Daño Colateral y Miami Vice, el común denominador de todas estas cintas es que no escatiman en gastos de producción y tratan de entregar una historia original que sepa mantener al espectador interesado en lo que ocurre en la pantalla. Su más reciente filme, en donde también abundan las estrellas, se une sin problemas a esa larga lista, aunque otra vez le falta la fuerza necesaria como para poder decir que Mann ha realizado su obra maestra, la cual parece no llegará.
La trama de Enemigos... nos cuenta parte de la vida de John Dillinger, uno de los asaltabancos más famosos en los años treinta, justo después de la gran crisis en Estados Unidos. Mann nos introduce a la forma de actuar del personaje, a la mafia existente en aquellas épocas, a la corrupción policiaca y a la creación de un nuevo sistema de investigación para atrapar a estos criminales, encabezado por J.Edgar Hoover y Melvin Purvis. De ahí en más, el guión se basa en los siguientes pilares: la caza de Dillenger, su manera de asaltar, el amor que se le aparece en la vida, escenas de acción y tratar de conocer a fondo a un personaje que se vuelve una leyenda, un ídolo de la sociedad.
A pesar de que no es un gran filme, sí cuenta con varios aciertos que lo hacen disfrutable. El primero de ellos es que está construido de manera clásica, imita en ocasiones a las primeras películas de gangsters y Mann trata de crear así una cinta que alcance esos niveles. Todo esto lo hace sin alejarse del entrenimiento que requiere el espectador actual, las escenas de acción se mantienen cuidadas, lucen frescas y dinámicas. Esto hace que no SE pierda el interés en la trama, provocado esto también por lo que trasnmite Dillinger en pantalla, un "villano" que se vuelve un héroe ante nuestros ojos y logra poner al público de su lado, deseando que sea libre, que no muera, que pueda consumar su rebeldía y su historia de amor que parece de cuento de hadas.
Otro gran acierto y que se agradece, es que Mann sabe que si su cinta no llega a ser un clásico, por lo menos reconoce a las primeras películas de este género. En los minutos finales vemos durante varios minutos (en pantalla completa) escenas de Manhattan Melodrama, filme protagonizado por Clarke Gable, William Powell y Myrna Loy, en donde también se narra una historia de amor y crimen. De esta manera, Mann establece un disfrutable paralelismo y añade a su obra esa necesidad de por lo menos acariciar la gloria de aquellos filmes de los años treinta, además que la escena es clave en Enemigos Públicos, lo cual añade otro nivel de lectura al hacer cine del cine, quizás estos minutos finales sean los más aplaudibles y los de mayor logro artístico.
Sin embargo la cinta tiene fallas, a pesar de que entretiene, el espectador no sale totalmente satisfecho, el impacto de la obra no es el deseado y uno no siente haber visto un filme trascedental. La acción y quizás la sencillez de la historia hacen que se pierda complejidad y profundidad, más allá de su lado romántico el personaje de Dillinger tampoco es explotado a fondo. Lo peor que le sucede a Enemigos... es que se convierte en un filme simple, con pocos matices, más allá de esto la película funciona, pero esta falla termina por hacer que muchos trabajos no pasen al siguiente nivel y sean sólo disfrutables pero no memorables.
En el aspecto visual hay dos logros importantes, el primero de ellos es la ambientación, Mann recrea de manera casi perfecta la década de los treinta, en vestuario, manera de hablar de los personajes, gestos, decorados, vehículos, realmente el filme se establece en aquella época sin problemas, me hubiera gustado que se corriera el riesgo de presentarla a blanco y negro para lograr con mayor efectividad esa sensación de ver una cinta representativa de esos años.
Por otra parte la utilización de grabar en video varias escenas es efectiva, sobre todo a las de acción en interiores, añade a la cinta mayor realismo y capacidad de hacernos sentir dentro de esos escenarios, aunque la modernidad de esta técnica pueda desentonar por momentos con la idea de un filme clásico.
El elenco es parte importane del glamour. Los tres roles principales recaen en los hombros de Johnny Depp (como Dillinger) Christian Bale (Melvin Purvis) y Marion Cottillard (Billie Frechette, el amor del asaltabancos). Depp logra mostrarnos una cara diferente a los personajes extravagantes que venía interpretando en los últimos años, su madurez le permite desarrollar un tipo serio, violento pero al mismo tiempo sensible, lastimado por la vida y con ansiedad de mostrar su poder, su rebeledía ante un mundo que lo despreció desde pequeño, sin duda logra soportar al personaje y la efectividad del filme radica en su buen desempeño. Por otro lado Bale cumple pero está desaprovechado, sus diálogos y su interpretación de un policía correcto, incorruptible y capaz es bien desempeñada, sin embargo le faltó un mayor duelo actoral con Depp para lucir, casi no conviven en la cinta y en la pocas escenas que lo hacen se nota que pudieron hacernos disfrutar más escenas juntos. El lado femenino tiene una gran representación, Cotillard muestra que su interpretación de Edith Piaf no fue una casualidad y logra darle varias dimensiones a su personaje, desde la chica tierna y sensible, hasta una mujer ruda capaz de defenderse, tiene una gran capacidad para convencer al espectador de todos los sentimientos que expresa, además que su enorme belleza fresca y natural, aunada a la gran expresividad de sus ojos le ayudan para que sus personajes hablen sólo con gestos.
Así, Enemigos Públicos es una buen filme para disfrutarse en el verano, aunque sus intenciones quizás aspiraban a convertirse en un clásico, una obra maestra de su director que dejó ver su lado más artísitico, sin embargo aún no le alcanza para dar el golpe contundente, ese que lo lleve de un buen contador de historias con potencia visual a un autor que recordemos por su creatividad o diálogos inteligentes, quizás en las manos de un director dispuesto a correr más riesgos y con mayor sensibilidad este filme hubiera perdido acción pero tal vez hubiera obtenido esos puntos que transportan al Olimpo conematográfico, ese lugar donde las cintas se vuelven inolvidables.
CALIFICACIÓN: BUENA.

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