lunes, 23 de marzo de 2009

Una joya desde el ring

Darren Aronofsky (Pi, Requiem Por un Sueño, La Fuente de la Vida) vuelve a demostrarnos que es un excelente director, uno de esos genios que con cada película logra sorprendernos y emocionarnos, con cada obra logra superarse y conmover de diferentes maneras al espectador, apelando en ocasiones al intelecto y en otras al corazón.
El Luchador ( The Wrestler), la obra que nos presenta este año, es hasta el momento su filme más emotivo , más simple, sin embargo en esta sencillez el director encuentra su golpe más certero hasta el momento.
La trama narra la vida del profesional de la lucha libre Randy "The Ram" Robinson, quien tras ser una figura en la época de los ochentas, veinte años después se encuentra en la pobreza, peleando en escenarios pequeños y apenas consiguiendo dinero para sobrevivir, todo esto aunado a los problemas de salud que sufre debido a su vida de excesos tanto adentro como fuera del ring.
El director nos acerca a de "The Ram" como si estuviéramos viendo un documental que nos permite adentrarnos a todos sus hábitos, al vestidor de la lucha libre en donde los encargados del espectáculo se encargan de preparar el show, ese lugar en donde se ponen de acuerdo para los golpes falsos y el manejo de la pelea, de cómo todo se prepara, sin embargo esto no evita que la sangre aparezca o que los luchadores tengan que provocarse heridas para hacer el show más espectacular.
El personaje de "The Ram" es la encarnación de la decadencia, de todo aquella gloria que se fue alguna vez, representa la falta de esperanzas en el futuro, los errores del pasado que deben de pagarse, la soledad, el tener que trabajar en supermecados para sobrevivir porque la lucha ya no deja suficiente dinero. "The Ram" es ese perdedor que no puede ser más de lo que es, un ídolo que el tiempo va desgastando, transformándolo en una imagen del pasado que es insuficente para soportar los años que quedan por vivir, un ícono con sabor a otra época.
A pesar del estilo documental, el guión da espacio para que la cámara también nos introduzca a momentos conmovedores, por ejemplo la escena en la que "The Ram" busca salvar la relación con su hija a quien abandonó de pequeña. El filme visualmente no es espectacular, sin embargo es efectivo al narrar la historia como debe ser contada, desde la perpectiva del personaje principal, la cámara cercana a él, a su rostro demacrado por el tiempo, nos acerca a sus heridas, a su espalda de luchador siempre expectante a enfrentarse a un público.
Musicalmente la película es un culto a los años ochentas y al metal de esa época, "Cobain lo arruinó todo, los noventas apestan" es una frase dicha por "The Ram" y que puede ejemplificar la nostalgia del filme por esos años de glamour, de excesos, de una juventud que en su música apelaba más al desenfreno y se apartaba del existencialismo o de la depresión que llegaría en la voz de Nirvana, Pearl Jam, entre otros.
La actuación de Mickey Rourke como "The Ram" es simplemente magnífica. Aunque prometo no volver a mencionar los errores recurrentes de la Academia, volvieron a fallar a darle a Sean Penn el Oscar este año por su labor en Milk y no entregárselo a Rourke quien logra un trabajo femonemal. Su interpretación requiere un gran despliegue físico, al mostrarnos a un ser solitario, un luchador no sólo en el ring sino de la vida, un ser atrapado en el tiempo, su rostro rudo está plagado de emociones que nos hacen entender el gran vacío de "The Ram", es una de las mejores actuaciones de todos los tiempos, ya que Rourke logra transformarse en un ser complejo, uno de esos personajes inolvidables y que marca el regreso de un gran actor. Un gran soporte para Rourke en este filme es Marisa Tomei, quien interpreta a Cassidy, una stripper quien poco a poco irá enamorandose de "The Ram", quien lá admira más allá de sus curvas, dos seres que comparten la decadencia, la nostalgia de tiempos mejores, el personaje de Tomei representa esa esperanza que puede dar el amor para continuar en la vida.
De esta manera, Aronofsky nos presenta un filme completo, sin fallas, excelente desde cada punto analizable, ejecutado a la perfección, ya que a través de un profesional de la lucha libre nos entrega el símbolo de la lucha que es la vida, de la crueldad de la vejez, de la salud frágil, un sistema que creó un mundo para los jóvenes, de esas épocas que ya nunca volverán, que sólo se quedan en la memoria, clavadas en una foto, en un póster, la gloria de la juventud desvanecida en los años. Ver El Luchador es lanzarse desde la tercera cuerda y caer ahí, en en ese suelo duro, lleno de piedras e intransitable, ese sitio de dolores que la mayoría solemos llamar vida.
CALIFICACIÓN: OBRA MAESTRA.

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