martes, 31 de marzo de 2009

Nostalgia por lo clásico

Tras El Sustituto, un filme con el que Clint Eastwood había dado un gran tropezón, el director nos presenta ahora Gran Torino, una cinta que lo confirma como un excelente creador de filmes que logran atrapar al espectador con personajes inolvidables y bien diseñados, característica esencial de Eastwood.
La trama se centra en el personaje de Walt Kowalski, un estadounidense de origen polaco que peleó para los Estados Unidos en su juventud en la guerra entre las Coreas y tiene que convivir con los fantasmas del pasado. La cinta arranca en el momento en el que Walt se queda viudo, por lo que tendrá que aprender a convivir con la soledad y adaptarse a esa vida en su barrio que hace mucho tiempo que ya no le pertenece sólo a los ciudadanos estadounidenses.
El filme tiene muchos aciertos en su guión al plantear varios temas y profundizar en todos ellos. Para comenzar la cinta nos habla de la vida y la muerte, las certezas y dudas que hay a pesar de la experiencia acumulada. El personaje de Kowalski también confronta constantemente a la Iglesia, es un tipoalejado de los templos, de los sacerdotes, de esos señores con sotana que buscan arrancarle una confesión y que logre arrepentirse por todos sus pecados.
Kowalski es un hombre que se protege tras su cara ruda, su coraza le funciona para alejarse del mundo moderno, de esos hijos que quiere pero que no tienen nada que ver con él, que se han adaptado a la globalización, al mundo de los autos japoneses, que han perdido su personalidad con tal de permanecer en su puesto de trabajo y se han vuelto insensibles con tal de adquirir más riqueza o sacar algún provecho de su padre.
El filme simboliza el aferrarse a lo antiguo, a lo clásico, a esas costumbres aprendidas por Kowalski de pequeño y que representan todos los valores norteamericanos que en su juventud estaba alejada de tantas influencias latinas u orientales, el personaje principal se pregunta si valió la pena luchar contra los asiáticos si al final su barrio sería copado por habitantes pertenecientes a otras razas.
El filme puede parecer racista, hay varios insultos hacia los chinos y latinos por parte del personaje de Kowalski, sin embargo su viaje emocional es tratar de abrirse a esas nuevas culturas que ahora se han depositado como sus nuevos vecinos, tratar de encontrar en su vejez un lugar para la aceptación, para entender al otro, a ese extraño tan diferente pero que al final de cuentas padece las mismas dudas y problemas existenciales que acosan a la raza humana. El personaje de Eastwood aprenderá al no generalizar, a distinguir que el bien o el mal no es cuestión de razas sino de individuos.
Eastwood tomó una gran decisión al encargarse él mismo del protagónico, quizás no haya en el cine alguien que represente con mayor eficiacia a la cultura noretamericana que Clint, por eso este personaje parece confeccionado a su medida, quizás bajo sus mismas ideologías, un hombre rudo, un personaje cerrado a los demás, un héroe falso que sabe defenderse pero a la vez vive atormentado por las crueldades realizadas en otros tiempos, un tipo que tratará en su vejez de dar una última mano, de adaptarse con resignación a un mundo cambiante que no respeta aquellos patrones que la gente mayor pensaba inmutables.
La actuación de Eastwood es genial, su interpretación pasa por muchos matices, se lo ve sarcástico, rudo, meláncolico, tierno, enfermo, en su mirada se conserva la potencia de un hombre fuerte aunque su cuerpo ya no le permita en ocasiones seguir adelante. Si se equivocó rotundamente a elegir a Angelina Jolie para el rol principal en El Sustituto, el director sabía que no había nadie más que él para el protagónico de Gran Torino, su fuerza actoral hace al personaje totalmente creíble, fresco, como cualquier vecino chapado a la antigua.
Visualmente la película no se preocupa por ser espectacular, la cámara simplemente recorre los diferentes aspectos del barrio, no hay grandes escenas de acción ni se trata de convertir a Kowalski en un héroe. Los planos sirven para mostrarnos poco a poco el enlace entre el personaje de Eastwood y la familia de chinos que vive a su lado, específicamente pertenencientes al grupo étnico Hmong que se ubican en el sureste de China, y debido a problemas políticos han emigrado a países como Vietnam, Laos o Tailandia.
La principal relación que se establece en el filme es entre Walt y Thao, un adolescente vecino de Kowalski, el chico obligado por una pandilla intenta robar el Gran Torino, un coche antiguo perteneciente al personaje de Eastwood. Este hecho comenzará a unir la vida de ambos, el muchacho funcionará como ese enlance entre Walt y el mundo exterior, a pesar de empezar con el pie izquierdo, una relación de amistad comenzará entre ambos.
A pesar de que el filme puede ser catalogado de racista por diálogos y actitudes del personaje principal hacia la cultura asiática, no hace más que presentar una realidad. La cinta no puede ser criticada en este punto ya que presenta la visión de ese norteamericano que se siente invadido por asiáticos, latinos, que percibe cómo sus espacios se ven reducidos por estas culturas que buscan en Estados Unidos alguna esperanza. El filme es crudo, real, pero se protege de ser tachada de racista al entregarnos a un personaje bien delineado al que se puede entender a pesar de no estar de acuerdo con su rechazo a los extranjeros.
El filme es un símbolo de lo perdido, de la nostalgia por lo clásico como el vehículo Gran Torino que se quedó en el pasado, la cinta muestra las consecuencias que ha generado la globalización y cómo los países que se han vuelto potencias económicas de alguna forma pagan su imperialismo al tener que recibir a todos esas culturas que han pisoteado.
En la vejez aún hay tiempo para derribar prejuicios, para animarse a probar nuevas comidas, sonreír con alguien a quien despreciamos en un principio, tratar de aprender de las diferencias a pesar de estar anclado a todo aquello del pasado que nos sabe mejor, es lo que puede rescatarse de este filme que nos hace entender que no hay peor demonio que esa soledad que no es buscada.
De esta manera Eastwood nos demuestra que a pesar de sus setenta y ocho años sigue estando en forma actoral, en lo que quizás haya sido su despedida frente a la cámara, la última escena de este filme puede ser una confirmación de lo anterior, sin embargo como director sigue produciendo, ya estamos a la espera de The Human Factor, un filme que retratará un periodo de la vida de Nelson Mandela, con Morgan Freeman (gran amigo de Clint) en el rol protagónico, Eastwood produce a pasos veloces para ganarle la carrera al tiempo.
La nostalgia por el pasado abrazó a Eastwood, y en su vejez nos entregó una historia que podría definirlo, que nos hace pensar que aún siente nostalgia por los héroes, por un puñado de dólares, por ser el bueno, el malo o el feo, por esos Gran Torino que ya nadie fabrica, la vejez ha hecho que Clint prefiera mirar hacia atrás, ya que el futuro muestra una cara que nadie quiere conocer.



CALIFICACIÓN: MUY BUENA.





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