viernes, 9 de octubre de 2009

El camino hacia la virtualidad

Después de seis años sin dirigir en la pantalla grande (quizás por el fracaso que significó Terminator 3) Jonathan Mostow regresa con Identidad Sustituta (Surrogates 2009) y a pesar de que no logra una joya maestra de la ciencia ficción, es indudable que da un paso adelante en su carrera.
La trama se desarrolla en un futuro cercano en donde los seres humanos ya no desarrollan sus funciones por sí mismos, sino que utilizan un robot sustituto hecho a sus gustos para que trabaje, se comunique y desempeñe todas las funciones cotidianas e incluso relaciones personales. Mientras tanto, el dueño de ese sustituto lo maneja a distancia desde un sistema computarizado. Más que una Matrix en donde todo se desarrollaba en el mundo de las computadoras, aquí los humanos viven a control remoto. Todo es perfecto, es un mundo idealizado donde todos son bellos hasta que sucede un asesinato. Un robot es destruido sólo que el arma capaz de matarlo también acaba con la vida del hombre que lo maneja, aquí entran a escena los detectives Tom (Bruce Willis) Greer y Peters (Radha Mitchell).
El filme no pierde tiempo y con pocos minutos ya estamos inmersos en esta nueva realidad humana y el misterio a resolver, es un acierto ya que logra atrapar al espectador desde el inicio y en este caso no se ve apurada sino directa. Es un filme muy rico en la parte visual sin llegar a grandes logros en efectos especiales, la estética del mundo bello, los rostros de los sustitutos, la tecnología empleada para manejarlos, describe a la perfección los deseos humanos de ser ese otro que soñamos.
Más que en el desarrollo de la trama o como obra en general, Identidad... es valiosa por los temas que trata, que si bien no son del todo originales, sí tienen una visión más actual y sobre todo posible, cercana, lo cual la acercan a una credibilidad que el espectador puede comprar y no tiene que concederle mucho terreno a la fantasía, debido a que de alguna u otra forma ya vivimos una especia de virtualidad, ya somos otros, podemos tener otro nombre en una red social y poner una foto de alguien más; al mismo tiempo de estar comiendo en el trabajo estamos platicando con un amigo de otro continente, cada vez somos más absorbidos por estas redes de computadoras en vez de simplemente platicar, las charlas en los cafés no son tan populares como el twitter (el sumum de la dependencia a estas redes), la comodidad de la silla, la seguridad de la virualidad que nos hace menos vulnerables al roce social, al posible secuestro, a esos estornudos que acarrean virus, todo eso nos apega a la máquina, que nos cobija de nuestras inseguridades y de nuestros miedos. De una u otra manera todo esto se plantea en el filme, tener a alguien más que corra riesgos mientras vivimos en la comodidad de un cuarto.
La persecución del cuerpo perfecto va de la mano, cada quien puede tener el sustituto a su medida, pintar el cabello del color exacto, las mujeres tener las curvas soñadas, hombres con abdominales perfectos y sobre todo un rostro de juventud eterna, sin esas horribles arrugas que marcan los años, otra de las obsesiones de nuestra época, por eso el filme es próximo y el espectador lo adopta, más allá de sus logros artísticos.
El otto tema interesante que se aborda es que no todos tienen un sustituo, hay humanos que por ideología o por simple incapacidad de acceder a este beneficio, se vuelven seres relegados, subersivos, ajenos al sistema que ha implantado como norma vivir con un sustituto. Se crea una lucha entre los humanos y las "máquinas", los nostálgicos son los marginales.
La trama se desarrolla de una manera aceptable y además de servir para cuestionar esta nueva forma la existencia, también se va generando un interés en el espectador a pesar de que no hay grandes sorpresas.
Las fallas aparecen porque más que realmente dedicarse a un ejercicio en el que se profundize en los temas anteriores, Mostow agrega la acción que tanto le atrae. Bruce Willis tiene que ser Bruce Willis. Identidad... se aleja de la elegancia u oscuridad de cintas como Blade Runner (Ridley Scott, 1982) y prioriza más el aspecto del héroe y explosiones, acercándose más a películas como Yo Robot (Alex Proyas, 2004) o La Isla (Michael Bay, 2005) aunque no tan fallida como esta última. El filme de Mostow transcurre con temas inteligentes y un guión entretenido pero le faltaron menos lugares comunes para concretarse como una obra a recordar.
Por el lado actoral ,Bruce Willis es muy difícil de juzgar, sigo sin poder emitir un juicio sobre su capacidad histriónica, en ocasiones demuestra que tiene el talento para interpretar diversos roles y generar matices en sus personajes, pero hay ocasiones en que confirma que sólo es un tipo rudo. Aquí su actuación se balancea entre sus posibilidades y sus desatinos al dar vida a un detective adaptado a la nueva vida de los humanos pero que añora el pasado, etraña a su hijo que falleció y desea volver a ver a esa esposa con imperfecciones en el rostro pero es la que ama y no esa belleza falsa a la que saluda todos los días. Por momentos Willis agrega sensibilidad, pero por instantes su cara de chico malo lo hacen risible, quizás por eso funciona cuando se burla de su propia imagen.
Como conclusión, podemos decir que Identidad Sustituta es un buen ejercicio para señalar hacia dónde podría devenir todo este mundo virtual que nos consume, y nos aleja de la vida. Representa también un paso adelante para Mostow, que con este trabajo borra la mala imagen de Terminator 3. Se habla que su próximo proyecto es una nueva versión de La Familia Robinson. Por lo pronto, es tiempo de poner el punto final y escapar de este mundo virtual, mejor hablemos de cine en un café.
CALIFICACIÓN: BUENA.

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