martes, 27 de octubre de 2009

Destruyendo el destino

Este año llegó a las pantallas mexicanas una cinta producida en Hong Kong en el 2007, nos referimos a El Latido del Tambor (Zhan.gu), filme dirigido por Kenneth Bi, quien en su tercer trabajo nos demuestra su gran capacidad para acercarse a los detalles y conmover a través de imágenes.
La trama nos narra la vida de Sid (Jaycee Chan), un adolescente, hijo de Kwan, (Tony Leung Ka Fai) jefe de una de las bandas de mafiosos de la ciudad. Los problemas surgen cuando Sid tiene relaciones sexuales con la esposa de Stephen Ma (Kenneth Tsang), jefe de una las bandas rivales de su padre y uno de los más poderosos. Al enterarse, Ma exige a Kwan que le entregue las manos de su hijo para pagar la ofensa, sin embargo Sid es perdonado por su padre y lo envía a Taiwán en donde encontrará algo más que descanso y soledad, la música que él lleva en su sangre forma parte de su nuevo entorno.
Uno de los mayores aciertos radican en que a pesar de que la cinta se basa en elementos muy básicos para desarrollar la trama, logra internar al espectador en la vida de Sid. Primero a través de un romance prohibido que se evidencia que no es amor, sino capricho, y segundo, al establecer este mundo de códigos entre mafiosos del cual Sid no puede escapar por más que intente mantenerse ajeno a los negocios ilegales de su padre.
Las relación padre-hijo es fundamental, Kwan es violento y maltrata tanto a Sid como a su hermana, hay un pasado que carga la familia, una infidelidad que obligó a Kwan a desterrar a su esposa y dejar a sus hijos sin madre, un ser que busca imponerse a la fuerza y que trata de controlar el destino de sus hijos.
La búsqueda interna, saber quién es uno y aprender a controlar los vicios de la personalidad, la arrogancia y buscar la humildad son los mensajes que transmite la cinta sin necesidad de caer en frases hechas o en lo trillado. Sid, al conocer en una montaña a músicos zen que tocan tambores y practican artes marciales, no sólo aprende a ser un mejor músico (él es baterista de un grupo de rock), las notas de los tambores también le ayudan a controlarse, a descubrir su pasión y frenar los impulsos de violencia que había en él, la paz lo aborda, y a través de la soledad que lo rodea descubre el paisaje que lleva adentro de su cuerpo. En ningún momento esta búsqueda de Sid resulta aburrida, Bi sabe manejar estas escenas con música imponente, el sonido de los tambores se apodera del cine, además, su cámara atrapa paisajes espectaculares, ríos, flores, montañas que invitan al silencio, ejercicios marciales, largos paseos, sabe apreciar los detalles. Bi se toma su tiempo y logra el contraste entre el Hong Kong frenético y lleno de violencia con estos montes en donde late el corazón de la música y los nuevos compañeros de Sid lo enfocan a su vocación.
Como mencionaba anteriormente, esta cinta destaca en su parte visual, es muy poética y su mayor logro radica en el lado asrtísitco, en esta búsqueda espiritual que no sólo se da en Sid, sino que es ofrecida al espectador.
En la parte actoral no hay mucho que destacar, quizás lo más relevante es que Jaycee Chan muestra capacidades suficientes como para heredar las glorias de su padre (Jackie Chan) e incluso superarlas, todavía se lo ve joven y con poca experiencia, no hay grandes duelos actorales que atrapen la atención, sin embargo son interpretaciones que cumplen para lo que requiere la cinta. Chan logra llevar a cabo la transformación de Sid, de un muchacho rebelde citadino, a un músico zen que se consagra y que se encuentra a sí mismo.
Uno de los errores de la cinta es que no hay muchas sopresas, en realidad la trama puede ser previsible incluso desde el trailer, quizás la parte final sea lo que más sacude al espectador y levanta al filme. Es obvio que la fuerza de esta película no está en su argumento, El Latido... es muy buena pero destaca más su lado visual (su enfoque artístico casi inherente al cine oriental) que su trama compleja o su capacidad de mantener al filo de la butaca. Es un filme sencillo, que no pretende más que evidenciar una mutación del "alma" y que logra lo que busca, aunque como he mencionado anteriormente, quizás un guión con mayores riesgos o más aportes de subtramas hubieran agregado cuotas de interés.
El punto más importante es el tema del destino que maneja la trama asociado a la música, a ese latido del corazón que escuchamos desde que eramos fetos en el vientre de nuestra madre. Ese poder sonoro que corre con nuestras venas y que es imparable, que nos lleva a encontrarnos con nosotros mismos, con la esencia que somos y que puede ayudarnos a romper con ese destino que se nos marca. La tragedia nos busca, así nos encontremos en el rincón más apartado del planeta, la tragedia también está en nuestra sangre, sin embargo puede haber un resquicio, algún lugar para atrevernos a decirle basta y romperla, hacerla añicos con el sonido de un tambor que se oye por todo el universo.



CALIFICACIÓN: MUY BUENA.


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