jueves, 8 de octubre de 2009

Estancados en Siberia

Brad Anderson, quien con El Maquinista (2004) se mostraba como uno de los directores norteamericanos más prometedores, realizó una apuesta al aventurarse a un cine más comercial pero al que mismo tiempo conservara esa esencia oscura de su filme anterior. Sin embargo, todo lo conseguido por el realizador hace cinco años, se perdió en una mala jugada, ya que El Expreso De Medianoche (Transsiberian) es una caída dolorosa en su carrera.
La historia nos narra el viaje que realiza una pareja estadounidense en el tren Transiberiano, que viaja desde China hasta Rusia por toda la Siberia. Roy (Woody Harrelson) y Jessie (Emily Mortimer) aparentemente viven un presente feliz. Él es fanático de los trenes por eso optan por esta opción en vez de la comodidad de los aviones. Dentro de los vagones entablarán una amistad con la pareja formada por Abby (Kate Mara) y Carlos (Eduardo Noriega), quienes no son lo que aparentan y es ahí donde comienzan los problemas, las intrigas y la avalancha de nieve. A todo esto, se suma el personaje del detective Grinko (Ben Kingsley) quien investiga el asesinato de un traficante de drogas.
El comienzo de la cinta y la forma de involucrar al espectador quizás sea el mayor acierto de Anderson. El ritmo de los primeros minutos es interesante ya que la cinta nos sitúa pronto en el centro de los hechos sin ser apresurada, se logra generar un interés en los personajes y en cada instante se aguarda por el catalizador que lleve todo hacia la tragedia. Esa tensión y oscuridad que el director pretende en sus personajes se evidencia y hacen saber que algo se esconde entre toda esa alegría.
Aunado a esto, conforme los minutos avanzan se agradece que el guión sea sopresivo y tenga un par de escenas memorables. La mayoría de los personajes están bien construidos y muestran varios matices, á excepción de Roy, quien es el más detestable de la cinta debido a su falta de complejidad. Más allá del buen inicio y de diversas sorpresas en un guión, que tiene que serlo para no morir a la media hora, esta nuevo trabajo de Anderson no muestra muchas más cualidades. Quizás la parte visual sea otro punto a favor, ya que es diíficil filmar bajo estos escenarios naturales tan complicados y es interesante ver cintas de suspenso que se atrevan a salir de la comodidad. La sensación de viaje y estar en un medio desconocido agrega un toque de fragilidad a los personajes, los cuales s sienten vulnerables en cualquier momento.
Entrando en las fallas, lo peor de El Expreso... es que se derrite, la nieve sirve para muchas analogías y en este caso queda perfecta. Sobre la parte final se cae a pedazos, se vuelve inconsistente y algo que podía salvarse por su inteligencia inicial se derrumba al buscar la salida fácil, la solución increíble a un filme que hubiera podido mantener su elegancia, todo se vuelve inverosímil y eso ofende a un espectador que debe creerse lo que Anderson le propone, el director apela a la complacencia y en una película de este tipo no debe presentarse este hecho porque si no cae en el error de la mayoría de los filmes de acción.
Otro punto que se diluye es la profundidad de los personajes, los cuales se vuelven planos y sólo ejecutores de acciones, sus puntos de vista de la vida se olvidan en la parte final, como si lo importante fuera sólo resolver la cuestión más allá de la personalidad de cada uno de ellos. Todo sucede muy rápido y lo que se planteaba como un misterio que iba a saborearse poco a poco se nos presenta a pasos apresurados para resolvernos todo lo que ocurre y sólo ser partícipes de lo evidente.
En cuestión ideólogica para muchas mujeres el filme puede ser machista, quizás sea una forma de verlo o Anderson sólo quiso ser original. Lo que sí, y ahí no hay espacio para polémicas, El Expreso... es racista, ubicando a los chicos malos con nacionalidades ajenas a la estadounidense, además de ser confusa ya que no se establece en un punto concreto, su visión sobre el capitalismo puede ser crítica, pero luego hay frases de desprecio ante los rusos, ante China, problemas en los que incluso ni siquiera tenía que haberse inmiscuido el director, la cinta hubiera sonado menos artificial con diálogos sólo encaminados a la trama y alejados de cualquier discurso que no vale la pena incluir si éste ni siquiera tiene una postura.
En la parte actoral la película decepciona. Cuando en el reparto se presentan los nombres de Harrelson, Kingsley y Noriega uno espera duelos actorales, los cuales nunca se presentan. El personaje del primero es plano, un típico norteamericano bien portado, noño y que no tiene lados oscuros, para colmo Harrelson lo hace aún más exagerado y vemos casi a un tonto en pantalla. Lejos han quedado los días de ese actor que impactó en Asesinos Por Naturaleza (1994) o La Gente Contra Larry Flint (1996), realmente ver a Woody causa tristeza. En lo referente a Kingsley es obvio que es garantía en lo que hace, pero tiene pocos minutos en pantalla y no es un personaje que le permita lucir sus condiciones, desaprovechado totalmente. Noriega luce pero es víctima del estereotipo que se le impone a los actores latinos, tiene que ser el típico español cachondo que conquista a todas la mujeres, su galanura le ayuda a desarrollar el personaje además de que se nota su capacidad de agregar frescura pero no es el mismo de Abre Los Ojos o Tesis en donde no era víctima de su nacionalidad, también le faltó protagonismo. Quizás por ser el personaje con más claroscuros y mejor desarrollado, Mortimer, se termina apoderando del filme, también le ayuda que la trama gira en torno a ella y es el hilo conductor. La británica tiene una larga trayectoria en películas como Match Point pero en pocas ocasiones había tenido un rol principal.
Brad Anderson debe olvidarse de estos filmes comerciales y dedicarse a lo que demostró sabe hacer: ahondar en la mente del ser humano, ser innovador, presentar propuestas radicales y entregarse a su arte más que al éxito económico el cual tampoco está garantizado. Esperemos que el director regrese a su camino y pueda salir de esa nieve en la que se ha hundido antes de que se muera de frío, congelado en la búsqueda de la taquilla.


CALIFICACIÓN: MALA.



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